Después, la realizadora, en este primer largometraje de ficción después de dirigir un documental sobre los matrimonios arreglados, construye la relación entre sus protagonistas a través de las escenas cotidianas que comparten. A la larga, son dos personas que viven juntas, aunque siempre está la cuestión de poder en el medio. Ella le sirve, es sumisa, tranquila, obediente. Él es amable y le permite salir cuando ella le pide ir a un curso, pero no parece creer demasiado en los sueños de la joven.
Entre Ratna y su jefe se van tejiendo momentos de complicidad que de pronto crecerán en algo más. Y cuando eso suceda, ¿qué va a pasar? ¿Cómo será vista una pareja así para la sociedad? ¿Será ella salvada por el amor y la fortuna del joven? Gera intenta despegarse de los clichés telenovelescos y apuesta a un desarrollo sutil, tratando de escaparle a cualquier escena empalagosa.
A nivel visual el film tampoco consigue destacarse. Con unas pocas excepciones, los planos parecen salidos de una telenovela de la tarde, lo cual la historia intensifica. Así, los momentos más ricos del film son aquellos que ponen a la cultura en el centro, como el Festival de Ganesha y el posterior baile en la calle.