«Auxilio»: El poder del pecado

Tamae Garateguy es una de las directoras de género más destacadas de nuestro cine. Con películas como Pompeya, Mujer Lobo, Hasta que me desates, Las Furias, entre otras ha logrado demostrar que no teme al riesgo, a la ambición, a la provocación. Con Auxilio (que viene de presentarse en Sitges, festival de cine fantástico que tuvo como gran ganadora a otra exponente nacional: Cuando acecha la maldad), se introduce en el mundo de la política y la religión.

En la Argentina de 1931, Emilia (Cumelén Sanz) es una joven hija de un general que quiere casarla por obligación con un amigo y colega suyo. Como se niega a hacerlo, es enviada por su padre a un convento que funciona además como una especie de manicomio. Un manicomio que, como sucedía en otra época, no se preocupaba nunca de cuidar o mejorar a sus internas, sino que su principal propósito era mantenerlas encerradas, como si la sociedad no fuese un lugar para ellas. La locura podía abarcar la homosexualidad, la promiscuidad, la rebeldía; salirse de los mandatos, de lo que se supone que una mujer tenía que hacer. Y a Emilia los hombres no le gustan y quisiera dedicarse a escribir, lee a Virginia Woolf y el Anticristo de Nietzsche.

Para no casarse por obligación, acepta caer en un convento donde al menos parecería tener cierto privilegio por su familia. Sin embargo, desde su llegada las cosas comienzan a distorsionarse, realidad y pesadillas se mezclan. ¿Se está volviendo loca o hay una presencia que no comprende?

En Auxilio hay un grupo de monjas al poder, alguna bastante sádica. El sacerdote (que se encuentra por debajo de la monja superiora, dato no menor) esconde perversiones que no tardarán en salirse a relucir. Entre las internas algunas parecen decir disparates que de a poco empiezan a cobrar sentido. Y Emilia se acerca especialmente a una de ellas, aquella que de a poco la hace sentirse un poquito más en casa.

Miguel Forza de Paul, guionista de varias de las últimas películas de la directora, escribe una historia que no teme mostrar un lado de la religión que hace abuso de su poder para desatar perversiones y también para esconder aquello que no le conviene mostrar. Garateguy filma escenas de violación, orgías lésbicas y tortura en un combo sin pudor pero también sin sutilezas.

Con un elenco mayormente femenino, con personajes que se destacan algunos sobre otros (además de su protagonista se destaca Paula Carruega que le brinda mucha profundidad y encanto a su personaje, mientras que otros como el de Camila Toker carece de muchos matices), Auxilio pone en foco a la mujer como ser deseante. Porque no solo no hay una sola forma de amar, no hay una sola forma de desear.

A nivel producción, la película es notable. Hay un buen uso de locaciones y creaciones de climas de terror, aunque a veces en ese sentido se mueva en terrenos seguros. También hay una intención de crear imágenes impactantes que juegan con la iconografía católica. Sin dudas hay una directora que se divierte y al mismo tiempo sabe lo que hace y lo que quiere contar. Quizás a la hora de retratar lo paranormal en la primera parte se siente algo reiterativa hasta que la historia va cobrando forma. La resolución también se siente algo apresurada.

Auxilio viene producida por Del Toro Films, con la cual Daniel De La Vega hace no mucho también se animó a cuestionar y jugar con lo religioso, con menos éxito, en El último hereje. Acá Garateguy remarca la impronta feminista de su filmografía y lo hace de manera salvaje y sin miedo a rodar escenas que la acercan al exploitation de varias décadas atrás que muchas mujeres cuestionan en la actualidad. Porque una mujer también puede dirigir largas escenas de sexo o de tortura.

Una opción ideal para este octubre de terror.

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