#BARS22: Un poco de la Competencia Internacional

Breve repaso por algunas de las películas que forman parte de la Competencia Internacional del Buenos Aires Rojo Sangre en su edición número 22.

El desarmadero. Lo nuevo del director y guionista Eduardo Pinto (Corralón, Sector Vip, La sabiduría) es un retrato de la locura que le provoca a un artista plástico una situación traumática que lo dejó prácticamente solo. Después de una estadía en el hospital psiquiátrico y con un tratamiento que nunca podrá abandonar, intenta seguir adelante tras el alta y consigue trabajo en un desarmadero gracias a su único incondicional amigo. Pero esa especie de cementerio de autos se convierte en un escenario de pesadillas recurrentes a las que la presencia de unas personas de la calle que cada tanto usurpan la propiedad privada no ayuda. Comandado por un Luciano Cáceres a tono con la propuesta, donde lo real e irreal se confunden en medio de la desolación, El desarmadero es una historia de fantasmas que consigue plasmar atmósferas ambiguas y oscuras a través de una premisa simple y efectiva. La fotografía y el uso de grandes angulares aportan las últimas pinceladas de esta historia sobre la soledad que nos obliga a enfrentarnos con uno mismo, siempre los peores enemigos.

Existir. La última película de Gabriel Grieco (Naturaleza muerta, Hipersomnia, Respirar) es una apuesta a la ciencia ficción local. Con una trama alrededor de presencias extraterrestres y un grupo de elegidos, Existir pretende reflexionar a través de la historia que un guionista intenta escribir y con la que se va conectando de un modo cada vez más personal. Más allá de una producción notable que presenta locaciones impactantes de diferentes partes del mundo y en especial de nuestro país, el resultado es muy pobre, con una trama rebuscada y llena de incoherencias e inverosímiles. Un rejunte de escenas sin sentidos, caracterizaciones de personajes imprecisas y cero desarrollo de personajes. La participación de colaboradores como Sofía Gala, Fabiana Cantilo y Airbag poco pueden hacer con una película que no tarda en caerse a pedazos y con un deslucido protagónico de su propio director.

Red Snow. Desde Estados Unidos llega esta relectura sobre el género vampírico desde una parodia ligera sobre una escritora que no consigue vender su manuscrito. Fascinada con todo lo relacionado a los vampiros, temática de su novela también por supuesto, un día un murciélago choca contra la ventana de su casa y ella se atreve a curarlo. A la mañana siguiente se encuentra con un vampiro en su garaje. Con un tono de comedia absurda a medias, la película dirigida y escrita por Sean Nichols Lynch consigue sus mejores momentos en esas escenas de intimidad entre la muchacha solitaria y el vampiro que parece haber salido de sus sueños, que la fascina y la aterra al mismo tiempo. Pero tanto la comedia como lo absurdo aparecen sólo de manera ligera y hacia el final se termina pareciendo a la saga Crepúsculo con bajo presupuesto, con enfrentamientos sangrientos y acá poco romanticismo. Una propuesta simpática que prometía más pero en la que la protagonista Dennice Cisneros nos regala una interpretación genuina y adorable.

Plaga Zombie: American Invasion. Quizás la más curiosa de todas las películas por la historia que hay detrás. Hernán Sáez y Pablo Parés le ceden el mando a un tal Garry Medeiros, que ya había dirigido The terror factor, una comedia de terror independiente. Cualquier asiduo al Buenos Aires Rojo Sangre vio o conoce la saga de Plaga Zombie ideada por un grupo de jóvenes amigos que filmaron en su barrio su propia película de zombies a todo pulmón. La saga que se hizo de culto y reimpulsó la realización de cine fantástico en nuestro país, contaba con un humor bizarro, gore excesivo y berreta y una galería de personajes excéntricos y queribles. La cuarta entrega nos llega desde América del Norte con la invasión ahora a un pueblo de Massachusetts. Con el visto bueno de sus creadores, quienes colaboran con pequeños guiños, estamos ante una película que entiende y respeta a su antecesora y al mismo tiempo incorpora idiosincrasias de su propio país. Aun así no termina de embarrarse en la propuesta y se presenta algo más ligera, incluso desde los efectos menos prácticos. Un lindo homenaje desde un lugar inesperado..

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *