
«Bienvenidos al infierno»: terror en clave feminista

Sin contrarios no hay progreso. Atracción y rechazo, razón y energía, amor y odio, son necesarios para la existencia humana.
De estos contrarios nace lo que el religioso llama el bien y el mal. El bien es lo pasivo que obedece a la razón. El mal es lo activo que brota de la energía.
El bien es el cielo. El mal es el infierno.
William Blake – El matrimonio del cielo y el infierno
Desde su primera película como directora en solitario, Jimena Monteoliva optó por utilizar el terror para contar historias de mujeres víctimas de la violencia de género. Tras una sólida y humilde ópera prima, Clementina, con su segunda película creció como realizadora aunque la historia se enrevesó un poco más con la artificialidad de Matar al dragón.
Bienvenidos al infierno, su tercer largometraje, es otra vez una historia que puede resumirse en pocas palabras: una mujer embarazada de un músico metalero se encuentra escondida en el bosque junto a su abuela muda. Mientras observamos su relación parca con la mujer mayor, los flashbacks van construyendo la historia previa y sembrando pistas de lo que vendrá.
El guion está escrito por su directora junto a Camilo De Cabo y Nicanor Loreti y la música es de Demián Rugna. Se podría decir que es una película hecha «en familia», con gente que desde hace unos años viene incursionando en el género de terror nacional y posicionándolo con miras internacionales.
La impronta feminista de Monteoliva está presente desde el primer minuto. Se intuye que no se habla de un embarazo deseado, se ve violencia psicológica y física y hacia el final todo explota como promete el título. Todo esto con una estética setentosa que se percibe desde los títulos.
Lo más interesante de esta película radica en sus personajes femeninos: la mujer con un embarazo muy avanzado que aprende a sobrevivir en un ambiente rural y la señora anciana que pronto develará su verdadero ser; el vínculo entre ellas donde radica el verdadero corazón (y poder) de la historia. En cambio, con el hombre como enemigo cae en el cliché del metalero satánico que no suma mucho; es un hombre violento como tantos que pasan más desapercibidos.
Bienvenidos al infierno va de menos a más, la violencia crece hasta llegar al intenso momento cúlmine que brinda sentido a un relato que a veces se siente algo estancado en el medio. Monteoliva hace además un buen aprovechamiento de los recursos limitados de este tipo de proyectos.
Aunque la trama se sienta algo estirada para un largometraje (como si un corto quizás hubiese funcionado mejor), Bienvenidos al infierno consigue una buena construcción de atmósferas y un final que cumple y sorprende por su violencia. Así queda demostrado que no sólo el terror nacional sigue creciendo, sino que tiene mirada de género.