Pero no pasa nada más allá de eso… ¿Quiénes son estos tipos que manejan este nivel de tecnología miliar y por qué? Digamos que son una organización encargada de desarrollar prototipos para apoyar a ex combatientes a seguir en actividad, en apariencia. Utilizan dispositivos tecnológicos y biomecánicos que reemplazan partes del cuerpo. O al menos eso dicen.
Y tienen su propia agenda, por supuesto. Sin anticipar demasiado, Ray será puesto en funciones como arma mortal, y todas ellas implicarán pequeños desastres urbanos. Ejecuciones, sin ir más lejos.
Desde ya, todos sabemos que hay gato encerrado aunque el viejo Vin se tomará su tiempo para mostrarnos que sucede en realidad detrás de la escena.
Sí, debemos anticipar que Diesel elige ponerse a la altura con la inexpresividad de Paul Weller en «Robocop», y la lleva adelante con una actitud desconcertante: no hay actuación. Es sólo repetir líneas con una pasividad tremenda, sin nada de fibra, ni fuerza.
Podría haber sido una idea interesante, dotar al personaje principal de una interioridad atormentada, potente, fuerte. Pero el protagonista no da la talla. Y el guión es muy básico, eligiendo subrayar la tecnología en varias escenas, buscando impactar a la audiencia. Hay maquinaria, drones, ametralladoras, piernas y brazos metálicos, gadgets sobran. Pero no alcanza ese despliegue porque la historia en sí no llega a despertar interés.