
Entrevista: Graciela Taquini «Quiero que se convierta en un film de culto».
La ópera prima de la artista Graciela Taquini, “La obra secreta” (2018) es un viaje por dentro de la famosa casa Curuchet que Le Corbusier construyó en La Plata.
Protagonizada por un verborrágico y obsesivo Daniel Hendler, y con el aval de Gastón y Andrés Duprat, la película se presenta como una inclasificable propuesta, pero con la convicción de acercar la figura de un adelantado a públicos masivos.
¿Cómo te llega el proyecto?
Me lo ofrecen Gastón Duprat y Mariano Cohn que pensaron con Adres Duprat en mi, ya que la iba a dirigir Andrés y por su labor de Director de Museo Nacional de Bellas Artes no le era posible. Es un trabajo de encargo, no una obra personal, pensaron que yo podría aportarle a la película una cuota de experimentación visual interesante. Además me contuvieron mucho apoyándome en toda la organización técnica. Fuimos un verdadero equipo con un Gastón revoloteando y mirándolo todo, muy exigente y donde ya había una investigación y una idea buenísima de cruces de género. Sin embargo, toda obra que haces te toca algunos puntos propios. Algunos leit motivs míos y no de Andrés y Gastón, yo fui guía de museo. Y mis trabajos tienen que ver con estar atrapado y querer liberarse.
¿Qué relación previa tenías con la casa Curuchet?
Ninguna, la relación es de Gastón y Andrés que estudiaron arquitectura en La Plata.
¿Fue difícil plantear la lábil línea entre ficción y documental?
Los formatos híbridos, la ambigüedad, la experimentación visual y del relato me atrajeron siempre y lo elaboramos en equipo con los aportes de Gastón, de Andrés y su elaborado guion y de Hendler en la construcción del personaje, igual que en el profesionalismo de Jerónimo Carranza que manejo la logística de la película.
¿Cómo fue el paso del videoarte al cine? ¿Qué cosas se complicaron y cuáles salieron más rápido por tu experiencia previa?
Mis producciones son breves, equipos mínimos, nada que ver con un equipo de más de 30 personas.
De dónde surgió la idea que a Elio lo interpretara Daniel Hendler?
La idea fue de Mariano Cohn y Gastón que lo conocían. A mí me pareció muy acertada.
¿Cuánto tiempo de rodaje hubo?
Trabajamos el guion como cinco meses, se rodo en cuatro semanas. Nos mudamos a un hotel de La Plata a la vuelta de la casa las diez personas que éramos de Buenos Aires y no teníamos auto. Fueron momentos preciosos que atesoro, me enamore de todos.
¿Y de posproducción?
Casi diez meses de idas y vueltas de pruebas y error, la locución en francés fue increíble, los aportes de Diego Blifffel de música, compartir con los editores con el sonidista. Siempre con Jeronimo teniéndome en cuenta.
¿Qué instancia disfrutaste más?
Cada minuto, cada inercambio, cada discusión y la comunión con ese equipo genial de platenses
¿Qué crees que aporta “La obra secreta” al cine documental local y cómo crees que se inscribe dentro de este formato la propuesta?
Renueva el género del film sobre arte o en este caso sobre arquitectura. Es una docucomedia, será de suma utilidad, pone en valor como nunca esa obra escondida, divierte como delirio performático de ese personaje el fan y en lo personal me encantó como reflexión del choque entre lo moderno y lo post moderno
Además de fanáticos de Le Corbusier y de la obra de la dupla creativa Cohn/Duprat, ¿quién te gustaría que se acerque a las salas?
Quiero que se convierta en un film de culto. Su falta de solemnidad su humor y desparpajo y como disparador de múltiples reflexiones creo que será atractivo para el público en general. Es una obra de cámara, una pequeña gema, un film coral, con el estilo Cohn Duprat y con un equipo de creativos difícil de encontrar en el cine argentino.
En una sola línea, ¿por qué hay que ver “La obra secreta”?
Porque te va a encantar, producir encantamiento, fascinación. Ojala deje un lugar para que te fantasmee después de verla.