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“Le Temps de L’Aventure” (El tiempo de los amantes): Un día, un destino, una pasión

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Cuarto largo del galo Jérôme Bonnell y una nueva colaboración con una prestigiosa figura de su cinematografía: Emmanuel Devos (ya habían trabajado juntos en «J’attends quelqu’un» del 2007). Es fundamental para entender la lógica de «Le temps de l’aventure» conocer a esta actriz, (ganadora en #MDQ 2005 por su trabajo en «Le femme de Gilles»), dado que si bien este film se presenta como un drama romántico, lo cierto es que no hay mucha asimetría entre los dos protagonistas de la historia sentimental.

Su contraparte es el legendario Gabriel Byrne, aunque aquí su rol es más de soporte que de liderazgo de la historia.

Alix (Devos) es una actriz que vive en Calais y por esas cosas que tiene la vida, tiene que hacer una excursión de un día a París para audicionar en una película. Viajando hacia allí, se siente atraída hacia un hombre mayor, Doug (Byrne). Quedan prendados de esa extraña conexión y con el correr de las horas (todo transcurre en un día), encontrarán la manera de estar juntos… Claro. La cosa no es tan simple.

A la pobre Alix el azar no le juega a favor, extraña a su novio (es documentalista y no está disponible) y no se puede comunicarse con él, se queda sin efectivo, su tarjeta de crédito (o débito) deja de funcionar y no da con la gente del banco, visita a una hermana con la que se lleva mal y está tan desorientada, que hasta se da la cabeza contra un poste de la calle, de pura distraída que va.

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Alix se animará a vivir una aventura con el desconocido y de a ratos, coqueteará con modificar radicalmente su destino. Lo que el film presenta es una cálida mirada a esa visión de la protagonista. Bonnell nos convence que su primera dama merece todas las atenciones y Devos le pone una piel única a su personaje: es una emoción en carne viva. Una mujer en crisis. Verborrágica, encantadora, sutil.

Una gran actuación. Byrne, por su parte, juega desde afuera (ya verán el porqué) y sólo aporta su postura de galán y algunas miradas con oficio para subrayar su presencia.

La historia, más que la de la pareja, es la de Alix con su circunstancia. Sus miedos, expectativas, dudas. El director instala la acción en las calles de París y pone a los amantes un rato a recorrerlas.

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Como la peli funciona a lo largo de un día, tiene alguna relación lejana con «Before Sunrise» y si, el personaje de Devos encuentra inspiración en Celine, definitivamente.

Parsimoniosa, cuidada estéticamente y discreta en sus ambiciones, «El tiempo de los amantes» es el típico film europeo que reflexiona sobre el amor, desde el punto de vista de la mujer. No encontrarán en él un ritmo vertigionoso, industrial (al estilo americano) ni mucho menos.

Sin embargo, hay que reconocerle cierto valor en la magia que Devos le pone a su labor. Sólo por eso, hay que tenerla en cuenta a la hora de ir a sala. Aceptable propuesta, si te gusta el cine francés, sumale algún punto a la calificación final.

 

Anexo Crítica por Fernando Sandro

Una mujer que necesita hacer un clic para conocerse a ella misma; esta es la premisa con la que trabaja el ya consagrado Jérôme Bonnell en su nuevo opus El tiempo de los amantes (localismo más “sutil” que el original francés).

Esa mujer es Axil (Emmanuelle Devos, dueña de una belleza exótica), de profesión actriz, de novia con un personaje ausente (sabemos que es documentalista, pero el hombre sólo se presenta al teléfono), en un momento de fuertes decisiones en su vida y también de grandes cuestionamientos.

Ante la posibilidad de una audición debe viajar a Paris, y es en ese viaje que entrecruza miradas con Doug (Gabriel Byrne, en plan actor de Hollywood de excursión por Europa); ese, tan solo ese, será el clic para ambos.

Dos personas con duras cargas emocionales, a lo largo de un día, irán encontrando la manera de encontrarse y desatar una pasión que surgió con un mínimo gesto.

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A diferencia de lo que podría pensarse, no es El tiempo de los amantes un film hiper cargado de romanticismo, por lo menos no al modo meloso en que las producciones importantes nos tienen acostumbrado.

Bonnell se encarga de poner el peso del relato de un solo lado de la balanza, el de Axil, siempre vemos qué le sucede a ella, qué es lo que mueve su “interior”, y no es solo una comezón del momento, una apetencia sexual, hay otros sentimientos y sensaciones que se develarán con el correr del relato.

Doug por el contrario cumple la función de contrafigura, sí hay sentimientos y una historia detrás de él, pero se siente como una información básica (ser melancólico por una pérdida reciente) para que sepamos por quién se interesa Axil.

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Este desnivel ayuda a desviar la historia del simple plano del romance, y también colabora en el lucimiento pleno de la inmensa Devos por sobre un incómodo Byrne.

Emmanuelle vuelve a entregarnos otras de esas interpretaciones para el aplauso en donde le alcanza con un movimiento para que sepamos todo lo que quiere decir su personaje (que además es suficientemente verborrágica).

Bonnell cuenta una historia sencilla, intimista, pequeña, y se da el lujo de darle rienda suelta a su musa. El resultado un típico film francés con una mirada sobre el amor mucho más profunda y reflexiva de lo que varios productos pomposos pueden ofrecer.

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