«Los delincuentes»: En busca de la libertad

Adónde está la libertad
No dejo nunca de pensar
Quizás la tengan en algún lugar
Que tendremos que alcanzar

Llega a las salas la película de Rodrigo Moreno que este año se envió para representarnos en los premios Oscars. Los delincuentes empieza como una película de robo a un banco para luego reflexionar de manera lúdica sobre cómo queremos vivir nuestras vidas.

¿Tres años y medio en la cárcel o veinticinco años en el banco? Morán (Daniel Elías) acaba de robarse una precisa cantidad de dinero del banco donde trabaja, la cantidad exacta que ganaría hasta su jubilación trabajando ahí. Pero no quiere esperar hasta esa edad, necesita una vida libre hoy, sin horarios, sin rutinas grises, sin trajes. Para eso acude a la ayuda de su compañero Román (Esteban Bigliardi), a quien acorrala y convierte en cómplice sin darle mucha más opción: él debe cuidar del dinero, con la correspondiente parte que le toca, mientras él cumple su condena.

La película, que fue filmada a lo largo de varios años en varias etapas, está dividida en dos partes. La primera es la más clásica. Conocemos la rutina de Morán, lo vemos robar el dinero y el impacto que esto tiene en el banco, con sus compañeros, con el jefe, y con la mujer que envían a resolver el tema (la presencia de Laura Paredes siempre le aporta mucho a todo donde participa).

En la segunda, bastante más larga, la narración toma otros senderos más impredecibles. A Román probablemente también le gustaría no trabajar más, o quizás eso cree. Porque es un hombre que aún cuando se va a las montañas lo hace vistiendo una camisa, prenda que uno se imagina incómoda para hacer trekking. Lo que se va despertando en Román quizás no pase tanto por el trabajo, sino por otro aspecto de su vida. Donde Morán no duda (quiere vivir sin horarios, quiere estar rodeado de sierras, quiere una mujer a quien amar a su lado), Román todavía no parece estar seguro de qué es lo que quiere y se deja llevar por el sendero que Morán le traza. Su modo de vivir hasta el momento parecía bastante automático y de repente en medio de este viaje conoce a una muchacha, Norma, y se enamora y su vida por fin empieza a parecerse a la vida de alguien que al menos toma decisiones, se arriesga aunque pueda salir perdiendo.

Entre anagramas, algún actor que interpreta a más de un personaje, idas y vueltas, cruces entre los protagonistas y sus historias, Los delincuentes es una producción enorme y ambiciosa. Tres horas que se pasean entre las calles pobladas de Buenos Aires y la tranquilidad de las sierras cordobesas. Un juego de espejos constante en los que se reflexiona sobre el tiempo, el capitalismo, el amor, el cine incluso.

Es difícil imaginar que sea un gran éxito en la cartelera, porque a las películas argentinas sin un rostro popular no las suele ver mucha gente y aunque ésta tenga el plus de haber sido elegida para enviar a los Oscars, la duración de la película podría hacer desistir a más de un curioso. Ojalá me equivoque. Por un lado, porque la película es larga pero no pesada, con un ritmo fluido que nos mantiene siempre intrigados, y sobre todo porque se entra a verla de una manera y se sale de ella diferente.

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