«Los médicos de Nietzsche»: Un cruce entre medicina y la filosofía

Jorge Leandro Colás, el director de Viedma, La capital que no fue, La visita y Barrefondo, escribe y dirige en esta ocasión un documental que sigue al Dr. Esteban Rubinstein en sus inquietudes mientras intenta poner en práctica y pensar las ideas del filósofo alemán.

¿Por qué nos enfermamos? ¿Cómo opera la moral en la medicina? ¿Qué tan cercanas se encuentran la causa y la culpa? ¿Por qué la ciencia funciona casi como un dogma, con médicos que señalan lo que está bien y lo que está mal?

El Dr. Rubinstein leía a Nietzsche y no coincidía con esa manera de ver la vida. Hasta que de a poco, como pequeñas chispas en su cabeza, se le van planteando preguntas que ya no puede responder de la misma manera.

En Los médicos de Nietzsche, el doctor lee y pregunta e intercambia opiniones con otro cuerpo de médicos que también lo leen y al mismo tiempo empieza a poner en práctica estas cuestiones junto a sus pacientes. Allí están entonces la mujer que enferma y cree que quizás parte de la culpa la tenga su manera de ser y de hacerse mala sangre. «Lo emocional no tiene diagnóstico». O la persona que fuma y se echa la culpa porque sabe que le hace mal pero también que no va a dejar de hacerlo. O el que quedó en una silla de ruedas tras un accidente automovilístico que cree que podría haber evitado.

Se empieza entonces a tratar a estas personas desde una mirada extramoral, donde se los lleva a preguntarse y reflexionar sobre el cuerpo y la salud por fuera de las certezas absolutas.

Tanto en estos intercambios que se producen en el consultorio, como aquellos entre los médicos que bajo su supervisión leen y discuten a Nietzsche, se producen ricas conversaciones, a veces opuestas pero siempre abiertas a repensar. Todo esto con algunas cuotas de humor y mucha frescura convirtiendo a cada una de estas personas en personajes que invitan a seguirlos.

Desde lo formal no hay grandes búsquedas, a excepción de pequeños momentos donde se pierde el tono documental y funcionan casi como unificadores de secuencias. Fuera de esas pequeñas escenas, algunas con un registro algo onírico, se trata de largas escenas donde observamos y escuchamos dialogar, rodadas con mucha precisión eso sí. La película no pretende mucho más que eso.

No hay respuestas claras. Probablemente nunca las haya. Quedan las ganas de leer, dialogar, reflexionar, cuestionar. Pero sobre todo escuchar y escucharnos.

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