
«Por un puñado de pelos»: Con las mechas al viento
Néstor Montalbano fue el realizador que hace unos años nos trajo películas como «Soy tu aventura» y «Pájaros volando» y ahora regresa con esta película protagonizada por Nicolás Vázquez, rostro conocido más que nada gracias a la televisión, “Por un puñado de pelos”.
Desde el vamos vale aclarar que, tal como podemos suponer pero no está demás resaltar, el film tiene un tono y humor bizarro que impide analizar seriamente la película, eso es algo que nunca se debe hacer cuando tenemos un film de este tipo ante nosotros.
Nadie puede tener todo lo que quiere, y Tuti Turman tiene un lindo departamento, un lindo auto, un buen trabajo… pero se le cae el cabello y ya no encuentra forma de disimularlo. En realidad, todo indica que si no tenés cabello probablemente tampoco puedas levantarte una mina o encontrar a alguien con quien pasar una noche de fin de semana simplemente comiendo algo rico y viendo una peli, ya que tras varios intentos telefónicos así se queda Tuti, solo otra noche
Al menos por un rato, porque luego lo despierta el encargado del edificio, otro al cual había invitado y éste había rechazado la oferta por tener que viajar al norte para un importante compromiso familiar, regresa ya que por un paro de choferes de larga distancia los micros no salen.
Lo que empieza como una noche, frustrada para el provinciano y exitosa porque al menos no va a pasarla solo, para Tuti, termina derivando en un viaje en auto hacia los pagos del joven muchacho.
¿Por qué? Porque así de la nada termina contándole de una leyenda de su tierra que involucra un lago con agua sagrada que hace que te crezca el pelo. Y eso es todo lo que Tuti desea.
Entonces uno de los primeros grandes momentos al que vamos a asistir, es al choque de culturas. Porque la gente de esta tierra lleva una vida primitiva y en la zona ni siquiera hay señal en el celular. Pero mientras temas como este podrían aprovecharse más, el director inmediatamente incluye algo nuevo, haciendo que por momentos todo se torne un poco… desordenado.
Porque cuando Tuti prueba el agua santa sobre su cabeza y finalmente al otro día despierta con cabello, no le alcanza, por lo que empieza a planear un negocio, que salvo su fiel amigo el resto de los habitantes no ve con buenos ojos. Pero como es muy firme en sus decisiones y parece tener un gran poder de convicción sobre el joven muchacho, comienzan a publicitarlo desde el vamos y esto deriva en la visita de un excéntrico cantante extranjero que sufre el mismo problema que sufría el protagonista y la situación sigue apostando a lo absurdo.
El problema es que, quizás lo desordenado que mencionaba anteriormente, hace que la película no termine de decidirse por nada, ni por un tema principal, ni por un mensaje, ni por un tono (el film podría haber sido un western más absurdo aún, más jugado).
Las participaciones de Rubén Rada y Carlos Valderrama suman a lo ridículo y bizarro de la película, un film con el que se podrá pasar un buen rato pero del cual no nos quedaremos con mucho. Y la poco más de hora y media que dura la película a lo último puede parecer un poco más.
Anexo de crítica por Rolando Gallego
Néstor Montalbano ha logrado forjar una carrera en la realización cinematográfica apoyándose en la utilización de figuras televisivas populares para narrar historias poco convencionales (por lo absurdas) aunque de manera básica y tradicional.
Y si en su último largometraje (“Pájaros volando”) construía una épica historia de acercamiento a seres del más allá (con cosmogonía incluida) en su nueva propuesta “Por un puñado de pelos” (Argentina, 2012) se acerca a la imaginería popular que encuentra en las falsas deidades y la religiosidad instantánea su cohesión e impulso de existencia.
Hay un looser bien estereotipado (Nicolás Vázquez), calvo, que intenta mostrarse de una manera que difiere con la realidad, y que en su soledad se autoafirma algo que no es y que nadie se anima a decirle: SOS UN PERDEDOR.
Por casualidad, o mejor dicho, por interés, decide acompañar al portero de su edificio (Daniel Ferreyra) a viajar a San Luis a festejar los 100 años de su abuela, y todo para cambiar algo que le molesta de sí mismo.
Es que en esa decisión de ser el “chofer” radica en que una vieja leyenda que le contó su “nuevo amigo” dice que si se moja la cabeza con el agua de una olla en la que el “Chapi” (un conquistador español enamorado de una indígena, de larga cabellera) desapareció, su problema capilar desaparecerá milagrosamente.
Porque de eso se va a ocupar Montalbano en “Por un puñado…” de milagros que cambian la vida y la percepción sobre las mismas, y para hacerlo utilizará recursos como la animación 2D (para narrar la leyenda del Chapi) y el claro homenaje a westerns de los años setenta.
La película tratará de encontrar su rumbo principalmente basándose en la dinámica que se generará entre la visita de Tuti (Vazquez) y los familiares de Héctor (Rubén Rada, Norma Argentina, Ivo Cutzarida, etc.). Civilización VS Barbarie. Humildad VS la opulencia. Pueblo VS Ciudad.
Y así y todo, entre ambos bandos se armará una sinergia que posibilitará la construcción de un futuro fecundo negocio en el que hasta un Luis Miguel (el doble, para ser más exacto) querrá probar.
El slapstick puesto en el cuerpo de Vázquez (se carga la película al hombro) y el extrañamiento como verosímil de construcción de sentido van erigiendo un discurso narrativo errático que pierde su potencia inicial rápidamente pero que intenta en esto de “vender el pueblo” o mostrar cómo afecta la alteración del orden establecido en los lugareños la visita de Tuti, hablar de una búsqueda personal. Atentos a la participación del pibe Valderrama.