«La máquina que hace estrellas 3D»: Niño busca su destino

Una entretenida aventura en el espacio, La máquina que hace estrellas es una muy buena producción nacional de animación, y el primer largometraje 3D Estereoscópico realizado íntegramente en Argentina.

En un cinturón de asteroides – y en un tiempo que no podemos precisar- vive un niño fantasioso y curioso llamado Pilo Molinet, quien anhela que llegue ese momento tan especial del cual le habla incansablemente su abuelo: el día en que las estrellas desaparezcan y deban ir en búsqueda de la máquina que hace estrellas para repararla. Pero ni siquiera en sus sueños imagina que la aventura que tendrá que vivir estará repleta de riesgos, y que será un viaje que lo cambiará para siempre.

Dirigida por Esteban Echeverría, la original animación no tiene nada que envidiarle a las grandes producciones extranjeras. La película transcurre en escenarios llenos de imaginación, con una estética que combina elementos de ciencia ficción y tecnologías antiguas de la humanidad: el menú incluye naves espaciales a vapor, máquinas con enormes engranajes, robots a cuerda, así como hologramas y asteroides que cobran vida.

La historia es bien cálida y atractiva para todas las edades, con un abanico de personajes variados y divertidos, que dinamizan esta fábula estelar. Y la banda sonora acompaña de maravillas este lindo relato de sueños, esperanzas y… destino.

Tras recorrer un largo camino hasta el día de su estreno, grandes y chicos ya pueden disfrutar de la gran aventura de La máquina que hace estrellas, una muy buena propuesta de cine nacional.

   

Anexo de crítica por Rodrigo Chavero

«La máquina que hace estrellas» es un film que marca un antes y un después. Nuestra industria está lentamente comenzando a trabajar la animación (hace poco se estrenó «El sol», sin ir más lejos), y eso es un signo positivo. Hay un mercado ávido de productos para la platea menuda y la verdad, habría que enfocar en esa dirección. «La era de hielo 4», llevó más de 4 millones de espectadores… Se ve que ahí está la veta. Es por eso, que salí de la sala pensando que este film de Esteban Echeverría podría ser el inicio de una corriente que vaya acercando este tipo de producciones al público masivo que consume cine familiar.

Se que no será fácil, desde ya. Pero hay que apoyar al cine nacional infantil. En sí, quizás esta cinta sea multitarget, porque por un lado propone una historia relativamente simple pero deja espacio para la complicidad del público adulto. Eso hace que abra el espectro. Sin embargo, el guión invita más a los chicos de 6/7 para arriba, como destinatarios ideales de la idea.

Rapidamente percibirán influencias del animé japonés, los robots clásicos de las factorías americanas, y la visión mágica de que todo es posible dentro del mundo de un niño. Hay una tarea destacada desde la programación (es innegable) y una preocupación por buscar crear una historia universal, no tan local, que le permita abrir mercados. Pilo es un dulce, está muy bien caracterizado y 19, el droide de la estación de servicio espacial, se roba la película con sus desopilantes líneas. Se percibe que el director y su equipo han visto varios títulos de Disney / Pixar (y otras compañías, por supuesto) y logran capturar algo de esa atmósfera, mixturando varias ideas («Robots», «Finding Memo», etc).

Estuve en sala con mi hija de 6, y de a ratos, le costó seguir la cuestión de la información estelar que el film despliega generosamente. Sin embargo, pudo disfrutar de la película e identificarse con el personaje principal. Bien. Esa era la idea. Vale la pena, buscar entonces, animarse a jugar con esta máquina de estrellas. No la dejen pasar.

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