
«Qu’est-ce qu’on a fait au Bon Dieu?» (Dios Mío, ¿qué hemos hecho?): la cena de los… xenófobos!
Había leído bastante sobre el éxito de esta comedia en su tierra natal. Y lo cierto es que, luego de su proyección, uno entiende rápidamente el porqué: Philippe de Chauveron (especialista en comedias galas con proyección internacional), describe una situación racial particular de este momento francés desde una óptica fresca y desprejuiciada. Ustedes saben que Francia es un auténtico crisol de razas.
En estos tiempos que corren, como en cada país desarrollado, una poderosa inmigración ancla en ese territorio para desplegar sus habilidades y encuentra difícil, no instalarse en el mercado laboral (dinámico aunque áspero), sino romper los prejuicios de quienes no soportan la integración plena por encuadrarse en el clasicismo de defender los privilegios para los nativos de ese territorio.
Aquí tenemos una situación, extrema, que si bien nadie cree demasiado que sea posible, funciona bien como disparador de la trama: un matrimonio acomodado (casi aristócratas, diría) de adultos mayores ven con asombro y desazón, como todas sus hijas se casan con hombres lejos de sus aspiraciones. A saber, sus bellas mujeres se enamoran de un judío, un musulmán, un oriental (chino, para más datos) y un morocho africano (pero católico, dato importante a la hora del humor).
Esto provoca situaciones de mucha fricción, divertidas e intensas, cuando los yernos van conociendo de qué madera está hecha su suegro y sus cuñados. Todos están bien económicamente, pero sus prejuicios y estereotipos los hacen chocar todo el tiempo incluso en temas domésticos de sencilla resolución.
El corazón de «Qu’est-ce qu’on a fait au Bon Dieu» es el chiste racial disparado a quemarropa y dentro de un contexto lábil de comedia romántica donde todos, al final, terminan reconociendo el valor de la diferencia, en una cosmovisión demasiado liviana aunque políticamente correcta.
Chauveron busca el sostén de la historia en el carisma y llegada de Christian Clavier, un veterano de mil batallas al que le salen, todas. Se roba el film de principio a fin (las escenas con el papá del muchacho de color son divertidísimas) y logra generar la empatía necesaria para atravesar el metraje sin dificultad. Si van predispuestos a sala, y desean una instantánea de cómo ven los europeos tradicionales está llegada masiva de inmigrantes a lugares claves de la vida social, la van a pasar muy bien.
Es cierto que no es muy profunda y peca de cierta sencillez a la hora de resolver los pequeños conflictos que trae pero arranca más carcajadas que sonrisas y eso, a la hora del balance, pesa y termina por redondear una propuesta a tener en cuenta.