
«This is not a film»(Esto no es una pelìcula): Panahi desde adentro
René Magritte es recordado por su célebre serie de cuadros “La traición de las imágenes”, en la que destaca “Ceci n’est pas une pipe”(Esto no es una pipa) como la obra que puso en juego los límites de interpretación del espectador y sus significantes.
Con esa idea de utilizar al público como cómplice y coautor, el realizador iraní Jafar Panahi, que se encuentra en su país privado de la posibilidad de dirigir nuevamente, aun cuando sus filmes (“El Globo Blanco”, “El espejo”, “El círculo”, entre otras) han sido premiados en los festivales más importantes del mundo, es que imaginó y plasmó “Esto no es una película” (Irán, 2011).
Junto con Mojtaba Mirtahmasb logra llevar en imágenes la idea de su último guión de una manera particular, que no voy a desarrollar aquí para que puedan acercarse de natural e ingenuamente a ella.
La cámara lo sigue durante su rutina diaria, dentro de su departamento, atendiendo llamados (algunos de ellos con mucha ansiedad, ya que contienen información sobre su situación legal), comiendo, alimentando a su iguana, y de a poco vamos conociendo su intimidad y sus ganas de sacar de su mente todas las ideas.
La inmensa necesidad de filmar y de hablar de cine están presentes todo el tiempo, y la imposibilidad de hacerlo lo expulsan a que cualquier disparador dentro de su clandestina realización lo lleven hacia el séptimo arte y a repasar su carrera.
“Los cineastas iraníes no hacen películas” le dice el camarógrafo siempre que él intenta darle una orden para ubicar la cámara en un plano que le sirva a su propósito, y él se contiene, pero le duele y trata de retomar alguna actividad hogareña para olvidarse. Sigue concentrado. Nada lo saca de su foco.
La misma dificultad que erige esta película, la que lo devuelve a las pantallas le presenta más obstáculos, porque pese a haber creado un clima ideal para volver al mundo del cine, las trabas que se le van presentando lo obligan a buscar alternativas, no ya desde lo visual (donde se sigue con planos casi fijo su día), sino desde lo conceptual.
Más allá de las anécdotas de lo que le pasa a Panahi dentro de su departamento, hay una nueva posibilidad de exposición de su situación, que recientemente en el 28 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata también fue denunciada.Siglo XXI y aún métodos del pasado para coartar la expresión.
En “Esto no es una película”, una vez más el cine dentro del cine y la posibilidad de una cámara que registra en imágenes una situación particular, y que gracias a las nuevas tecnologías termina viajando en pendrive de Irán a París y haciéndose pública.
Planos fijos de un realizador que necesita expresarse y que la prohibición de hacerlo impulsan alternativas que impactan de una manera no convencional en nuestras retinas. Relato digno y honesto desde el cine y para el cine.
Anexo Crítica de Alejandra Casal
Exhibida en nuestro país en el marco de la 14º edición del BAFICI, This is Not A Film, del director iraní Jafar Panahi, es una declaración de amor al cine, un manifiesto político cinematográfico contundente, y un disparador creativo contra la censura.
Si bien las circunstancias en las que fue concebido el film son de público conocimiento, no dejan de resultar extraordinarias: el director de los films El círculo y El globo blanco, y uno de los líderes de la oposición al régimen iraní, había recibido una condena a seis años de prisión domiciliaria y veinte años de prohibición de filmar (además de no poder salir del país, ejercer actividad política, etc.). A pesar de esto, con astucia y creatividad, este documental llegó al Festival de Cannes de 2011 vía un intermediario, en un pendrive oculto en un pastel.
Mientras espera el veredicto del tribunal de apelación recluido en su departamento, el director se propone contar en primera persona la situación por la que está atravesando, a la vez que realiza un manifiesto. Para ello, recurre a su amigo Mojtaba Mirtahmasb, quien lo asiste con una cámara profesional HD, pero también utiliza su iPhone. Así, registra su experiencia cotidiana; la espera, entre llamados telefónicos a su abogada, tareas diversas (como el cuidado de una iguana), los contactos con sus amigos y colegas, y la posibilidad de imaginar proyectos futuros.
El director se plantea cómo es posible filmar sin hacer una película, sin quebrantar la ley. Y para ello las imagina, las visualiza, y realiza la puesta en escena de un posible film, todo capturado por la cámara de Mirtahmasb. A Panahi las historias se le hacen cuerpo y, en su encierro, se le escapan libremente, asumiendo un gesto de resistencia.
Sin necesidad de apelar a golpes bajos, sin demostraciones de animosidad, el director entrega este íntimo film como acto de valentía, como apuesta a la libertad de la creación artística, reforzada con una secuencia final soberbia.
Esto no es una película no es una película, sino muchas. Entre sus diversas capas, encontramos un documental personal que es una declaración de principios, que fluye, que cuestiona. El arte como liberador, el cine como manifiesto político. Con gran sensibilidad y lucidez, y sin romper las prohibiciones impuestas, Panahi responde a la censura, ahí, en las grietas.