Adaptaciones de «Drácula» de Bram Stoker, la industria ha producido en cantidad y variedad. Si miran Wikipedia encontrarán unas 12 que lo tienen como protagonista, sin contar las que lo nombran, no en el título pero tienen una relación con el personaje del autor.
Indudablemente tiene cierto atractivo para impulsar las revisión y expansiones de su universo. En esta oportunidad, un ascendente director de cine de género, André Øvredal («La morgue»-2016- y «Mortal»-2020- pueden decirse que son sus trabajos más conocidos) se pone al frente de una historia que nos lleva abordo de una nave, la cual transporta una criatura mortal (Drácula) de un continente a otro, con sus complicaciones.
Para empezar, la película inicia cuando en la costa, algunos soldados encuentran el diario del capitán en una embarcación que encalla en la costa. Toda la historia reconstruye lo que sucedió en el fatídico viaje desde el comienzo y anticipa su final: la embarcación no tiene tripulantes: léase, algo no salió bien en la travesía.
El Capitán Elliot (Liam Cunningham) es quien acepta el desafío de transportar unas cajas de mercadería a Londres y para ello, reune una tripulación en la que hay un nuevo tripulante que posee una educación distinta al resto, Clemens (Corey Hawkins) y que será encargado de ir descubriendo las pistas a medida que la criatura que viaje en la nave, comience a atacar a la tripulación.
En todo sentido, la trama no presenta ninguna sorpresa y quizás su punto más sólido sea su atmósfera oscura y sombría la cual domina la escena de principio a fin. La fotografía elige esconder al Drácula de esta entrega (inspirado libremente en el viejo y querido Nosferatu de 1922) en las bodegas y en los recovecos de la nave y eso acentúa cierto clima de misterio que se matiza con una gran cantidad de sangre a través de asesinatos y mutilaciones varias.
Creo que la figura de Drácula, es más grande que esto que vemos aquí y hay poca historia para destacar. Es una clásica cinta que transita por carriles conocidos y cuyo punto más alto es la ambientación. Algunas interpretaciones (Aisling Franciosi como Anna) son correctas pero no alcanzan a levantar el tono general del relato.
Habrá que seguir esperando otro capítulo de esta historia o nueva versión de Drácula, en algún futuro cercano para seguir confirmando la vigencia de su poder narrativo. Por aquí, no es.