
«Three Thousand Years of Longing» (Érase una vez un genio): el poder de las historias

Como el título en español (mucho menos romántico que el original) puede hacernos suponer, Érase una vez un genio gira en torno al mito del genio atrapado en una botella que cuando es encontrado está obligado a cumplir tres deseos. Lo nuevo del director australiano George Miller, tras casi una década sin dirigir después de Mad Max: Fury Road (película por la cual fue nominado a los Premios Oscar como Mejor Director y que tiene una secuela más en camino), es una historia llena de magia y además, de historias. Como una mamushka, ambos protagonistas son grandes contadores de cuentos.
«Mi nombre es Alithea. Mi historia es real. Soy una criatura solitaria por naturaleza. No tengo hijos, ni pareja, ni padres. Una vez tuve un marido». Alithea, que desde una voz en off promete narrarnos esta historia real de magia, es una mujer londinense que vive sola y ha hecho una carrera en el mundo de la literatura como narratóloga: contando historias sobre historias. Es a través de ellas que supo encontrarse con todo tipo de emociones; en cambio, en su vida personal se siente autosuficiente, sin necesidad de buscar otra mitad. Cuando aterriza en Estambul por un viaje de trabajo, algo a su alrededor comienza a enrarecerse: apariciones de las que solo ella es testigo la acechan. Esto deja en claro que estamos ante una mujer con una sensibilidad mayor, capaz de abrirla a otros mundos que la mayoría de los seres humanos ignoramos. Es así como visitando lugares de antigüedades se fascina sin explicación por una vieja botella que se lleva consigo al cuarto de hotel. Allí, al lavarla, al cepillarla, al frotarla como bien indica la leyenda, un inmenso genio se corporiza ante ella en la piel de Idris Elba.
A partir de ese momento la estructura toma forma de muñecas rusas. Ella se sorprende pero al mismo tiempo tiene un conocimiento de las historias que ha leído que no solo le permiten aceptar lo que está bien, sino incluso dudar pero no si es real o no, sino si no se trata de un genio embustero como tantos sobre los que leyó. Por eso se niega a pedir deseos, por temor a ser engañada y que, como con la pata de mono, cada deseo cumplido traiga algo inesperado. Además a la larga en el deseo siempre se encuentra todo: una vez que accedemos a lo que queremos, ¿lo queremos con la misma fuerza?
Como una Sherezade, el genio le cuenta tres historias. Porque necesita que ella pida los deseos es que le narra cómo fue encerrado y las veces que fue descubierto. En cada una de estas historias hay amor, traición y en especial una mujer marcando su destino. Esto despierta algo en Alithea que creía dormido.

George Miller pone en cada imagen todo su conocimiento y experiencia en el cine para narrar de maneras poderosas e hipnóticas. Así deambula entre las escenas de época (con la Reina de Saba o el Rey Salomón) y la cotidianeidad de dos personajes conversando en un cuarto de hotel. Los tiempos van y vienen pero en el medio está allí esta extraña pareja de solitarios y sus juegos de seducción.
Estamos ante una película que en cierto modo parece de otra época, clásica y llena de magia y fantasía y al mismo tiempo con una mirada adulta (aunque sin la osadía de su inolvidable película The Witches of Eastwick). Y en el centro de todo, la historia de amor. El amor como aquello que a la larga siempre es lo que nos mantiene en movimiento. Tanto Tilda Swinton como Idris Elba conmueven cada uno con un papel muy distinto al otro, con estos dos personajes destinados a encontrarse. Ambos entienden el juego y se entregan a él con cariño y seriedad.
En cuanto al ritmo, la estructura de la película, la idea de las historias dentro de la historia, hace que por momentos se sienta algo reiterativa o estancada y, al mismo tiempo, que ciertos plots resulten un poco bruscos a primera vista.
George Miller nos demuestra una vez más lo imaginativo que puede ser, aquí adaptando un cuento de A.S. Byatt. También que es un autor interesado en seguir su carrera a su modo, porque la experiencia y el nombre ya se lo permiten. Y aquí nos regala un cuento de hadas que tiene en el centro a dos seres de distintos tiempos destinados a encontrarse en el medio de tanta soledad.